Exigencia e inteligencia:
el niño muy inteligente muchas veces no es exigente consigo mismo en las tareas escolares y aunque es el niño más sobresaliente de su clase, no le da excesiva importancia. Casi no estudia para los exámenes porque tiene una memoria que le permite recordarlo todo de las explicaciones que su maestra le da en clase y cuando no obtiene la nota máxima no ha representado para él problema alguno.
. Como todo niño brillante ha desarrollado una imaginación muy grande. Es muy observador y creativo y precisamente cuando ha llevado a la práctica algo que tenía en mente y no ha logrado lo que esperaba se frustra o se enoja. Claro esta que no son las típicas rabietas de los niños pequeños, pero en definitiva no acepta que no le haya quedado el invento o el dibujo como el quería. Si realiza un dibujo y no le gusta, lo vuelve hacer hasta que logra lo que el quiere aunque esto le demande tiempo. Si está creando algo como sus típicos inventos con algún producto reciclable se enoja consigo mismo cuando no le sale como el quiere. En conclusión si manifiesta como exigente y perfeccionista. Debemos dejar que él mismo encuentre la forma de regular su frustración, ya que irá comprobando que las adquisiciones surgen luego de mil frustraciones.
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